¡Qué aventura! Recién habíamos comprado el velero en Burriana y, entre la emoción y los nervios, nos dispusimos a realizar nuestra primera travesía hasta el puerto de San Gabriel en Alicante. Enero, pleno invierno, pero con un sol
que nos acompañó casi todo el camino. Para tranquilizar nuestros ánimos, contamos con la ayuda invaluable de Álvaro, un gran amigo con mucha experiencia, y Mario, mi hermano, quien también había navegado en velero.
Partimos de Burriana una mañana con poco viento, así que navegamos a motor con la mayor arriba con un rizo, no por necesidad, había un problema en un cabo y así navegamos todo el viaje. Así transcurrió gran parte del viaje: un tiempo frío pero soleado y apacible. Más de 100 millas nos separaban de nuestro destino. Al anochecer, al llegar a Cabo la Nao, el viento comenzó a subir, incluso bastante al doblar el cabo. Fue entonces cuando pudimos disfrutar de una navegación a vela, Álvaro y yo en cubierta, mientras él me hablaba de lo noble que parecía el "Azul". Esas horas nocturnas a vela, sin el motor, fueron inolvidables.
El "Azul" se comportó impecablemente, sin ningún problema. Sin embargo a Eli, mi compañera, le "mordió el cerdo" como dicen algunos navegantes refiriendose al mareo, pasando una noche bastante difícil. Yo, por mi parte, no pegué ojo, los nervios y la responsabilidad me mantuvieron sin dormir.
Al amanecer, el mar estaba tranquilo de nuevo. Navegamos a motor, y yo pude dar una cabezada. Alicante ya estaba a la vista, a solo un par de horas de distancia. Finalmente, casi al mediodía, arribamos al puerto. ¡Todo perfecto! Un enorme agradecimiento a Álvaro y Mario por su compañía y apoyo. Nada más tocar tierra, Jesús, que para entonces no conociámos y quién nos ayudó a atracar, se convirtió en el comienzo de una gran amistad. Esta primera travesía, llena de emociones, nos ha demostrado la fiabilidad y nobleza del "Azul", y la importancia de la amistad y la experiencia compartida. ¡Una experiencia inolvidable que repetiremos pronto!